Este mes toca de hablar de toros y de toreros, de las tardes en las que
hemos estado, de los triunfos, de los fracasos; en definitiva, hablar de la Fiesta.
Podemos hablar de bastantes cosas que han resultado de interés este San Isidro,
pero lo que no se nos debe pasar es hacer mención al extremeño Miguel Ángel
Perera.
Este torero ha sido el claro triunfador este feria isidril con un total de
cinco orejas (en lo que a números se refiere) y por volverse a cosechar el
cariño del público venteño gracias a un toreo caro, elegante, de calidad y de
una categoría que hoy día pocos pueden igualar. Las dos faenas principales - la
del día 23 a su primero y la del "Adolfo"- tienen bastante en común,
aunque cada faena en el toreo sea única e irrepetible. A destacar los
principales detalles de ambas faenas llego a la siguiente conclusión:
1°. Colocación. La forma de situarse en el ruedo fue extraordinaria, como también
la fue la manera de situarse al salir de cada pase. Siempre estuvo con la pata
pa'lante, cruzándose, y sobretodo que tenía muy claro en ambos casos
donde había que hacer la faena.
2°. Templanza. Es obvio que Perera tiene unas muñecas que han conseguido
detener el tiempo en Madrid por un momento. Sobre el temple en el toreo
hay muchas definiciones, pero yo siempre me quedo con que templar consiste en
parar el tiempo. Es llevar la embestida de un animal lo más despacio posible y
en este caso Perera lo consiguió hacer y muy bien. Lo difícil no es torear
(dentro de la máxima complejidad que es ser torero), sino lo complicado es
hacerlo despacio y que a la vez cale en los tendidos.
3º. Ilusión y voluntad. Perera ha demostrado que venía a dar un golpe en la mesa e imponerse al resto de miembros del "G5" y demás toreros que conforman la feria. Seguro que este año van a estar muchos ojos pendiente de él y de sus actuaciones en el resto de ferias.
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